Isildur permaneció en Gondor por un año, organizando el gobierno del reino del sur y encargándoselo al hijo de su hermano Anárion, Meneldil. Durante este año, su codicia por el Anillo Único creció, pero también la tortura que este artefacto le provocaba. Al partir hacia el norte, para gobernar en el lugar de su padre Elendil sobre todos los Dunedain y sobre el reino del norte de Arnor, lo hizo por el camino de Lothlórien por ser más corto, a través de las Montañas Nubladas y Rivendel. Sin embargo, en los Campos Gladios, fue emboscado por orcos y todos sus hombres murieron, incluidos sus tres hijos mayores. Isildur, desesperado, se puso el Anillo Único, con lo que pasó invisible entre sus enemigos e intentó huir por el río Anduin, pero el Anillo lo traicionó y lo abandonó: sus enemigos lo pudieron ver e Isildur murió ahí mismo. Mientras tanto el Anillo Único se perdió en el río. El escudero de Isildur logró escapar, llevando los restos de la espada de Elendil, Narsil y otros artefactos, hacia Rivendel, donde el hijo menor de Isildur, Valandil, se convirtió en el rey.
A partir de entonces, Arnor y Gondor comenzaron a prosperar mucho, cada uno por su lado. Aún cuando el rey de Arnor era considerado también rey de Gondor, este último reino se consideraba autónomo en su administración.
Gondor sufrió muchas invasiones, aunque a pesar de eso llegó a ser un reino de gran extensión, que abarcaba en su época de mayor gloria desde el Gran Bosque Verde al norte, hasta el límite superior de la región del Harad al sur, y desde el Belegaer al occidente hasta Mordor al oriente, incluyendo la planicie de Calenardhon.
Las artes y las ciencias prosperaron en los reinos de los Dunedain, aunque nunca como alguna vez lo lograron en Númenor. Luego del hundimiento de la isla, muchas cosas se perdieron ahí, escritos, obras de arte y ciencia, y gran parte del conocimiento y la gloria de Númenor no volvió nunca más.
Las Palantiri, o piedras videntes, que fueron traídas de Númenor fueron entonces establecidas en varios emplazamientos clave, para que los reinos se pudieran comunicar.
En Gondor había cuatro piedras videntes: una en Minas Ithil, que cuando fue tomada por los nazgûl rebautizando a la torre como Minas Morgul, tomó Sauron para sí mismo; otra en Minas Anor, que usaban los reyes y senescales; otra en Osgiliath, la capital original de Gondor, cuando esta ciudad cayó, se perdió la piedra (desde entonces la capital fue Minas Anor, rebautizada como Minas Tirith). La última piedra vidente estaba en la torre de Isengard, que Saruman tomó para sí mismo.
En Arnor había tres piedras videntes: dos en las ciudades principales del reino, se perdieron cuando el rey Arvedui murió en el mar, escapando del Rey Brujo de Angmar. La última piedra se encontraba en las torres a las afueras de Mithlond, pero esta piedra no era considerada útil para comunicarse con Gondor o con cualquier otro lugar de la Tierra Media, pues su único propósito era comunicarse con la octava Palantir (llamada la Piedra Regente) que se encontraba en la isla de Tol Eressëa con los elfos de Aman.