Mientras los Noldor caminan por el Helcaraxë guiados por Fingolfin, y mientras Fëanor organiza a los que le siguen para comenzar a guerrear contra Morgoth, los Valar debaten sobre lo que debe hacerse a continuación. Es entonces cuando se decide rescatar lo poco que queda de los árboles y alumbrar con ellos a toda la Tierra Media, un poco por compasión a los Noldor, pero sobre todo en consideración a los elfos que ya vivían antes en la Tierra Media y que ahora recibirían la furia de Morgoth, y sobre todo pensando en los segundos hijos de Eru, los Hombres, que aún estaban por llegar.
Así, Yavanna levanta con el poder de Varda la última hoja de Telperion, formando así la Luna, que guiaría Tilion, un Maia de Oromë. Cuando la Luna se levantó por primera vez, los Noldor de Fingolfin terminaron su travesía por el Helcaraxë y llegaron a las puertas de Angband donde se refugiaba Morgoth, y lo desafiaron, aunque por precaución después se retiraron, llegando a las orillas del lago Mithrim, donde los Noldor de Fëanor estaban acampados.
A las siete ocasiones en que la Luna viajó por el cielo, Yavanna levantó el último fruto de Laurelin, que sería guiado por Arien, una Maia de fuego. Cuando el Sol se levantó por primera vez lo hizo en el oeste, y en ese instante se dice que sucedió el despertar de los Hombres en un lugar desconocido en el oriente de la Tierra Media. El Sol hizo su primera travesía pero fue capturado por las criaturas marinas de Ulmo, a las que les gustó su luz, y por eso desde entonces el Sol sale en el este.
Puesto que los Noldor están exiliados, los Valar levantan numerosas islas encantadas en el mar, de forma tal que ningún marinero por hábil que sea pueda encontrar el camino de regreso a Aman a través del mar.