Desde que en la Segunda Edad Sauron atacó Eriador, los enanos de Khazad-dûm habían permanecido aislados de los eventos que sucedían en la Tierra Media. De hecho, las relaciones con los elfos se deterioraron hasta tal punto que a finales de la Tercera Edad se consideraban entre sí, si no enemigos, por lo menos nada dignos de confiar.
Durante la Tercera Edad, bajo el reinado de Durin VI, los enanos de Moria descubrieron el mithril que los haría ricos. El problema fue que cavaron tan profundo que terminaron despertando a una criatura que nadie en la Tierra Media se imaginaba que podía seguir existiendo: un Balrog de Morgoth estaba oculto ahí desde el final de la Guerra de la Cólera y destruyó todo el reino de los enanos, provocando que estos tuvieran que exiliarse a otro lugar. Algunos se fueron a las minas de las montañas azules, donde los antiguos emplazamientos de Nogrod y Belegost ya no existían, pero los enanos aún conservaban algunas minas. La gran mayoría emigró hacia la tierra de Rhovanion, al oriente del Bosque Negro, a un lugar conocido como la Montaña Solitaria. Ahí volvieron a prosperar, gracias al poder de uno de los anillos de los enanos, fabricando armas para los hombres y elfos de los alrededores y extrayendo hierro, oro y gemas.
Pasados varios años, del norte llegó el dragón Smaug, que expulsó también a los enanos de este lugar, y desde entonces los enanos de Moria vivían sin hogar, siempre añorando sus antiguos reinos y riquezas. Los enanos se vieron inmiscuidos en guerras contra los orcos que habitaban ahora en Moria, pero no lograron vencer del todo. El rey Thrain II fue capturado en Dol Guldur y ahí perdió el último de los anillos de los enanos.